Erresilientziak/Resiliencias

RESILIENCIAS

Todo lo que permanece lo fundan los poetas.

F. Holderlin

El proyecto que Josu Rekalde (Durango, 1959) acerca esta primavera al Museo de Arte e Historia de la villa, es ante todo una propuesta refrescante y audaz que se resiste a ser clasificada en términos convencionales. De este modo, el artista nos plantea un recorrido por diversas piezas híbridas que nos interpelan desde su precariedad íntima.
La fotografía hospitalaria con la que da comienzo el itinerario nos remite al malestar y la enfermedad, ya sea la particular, o la del arte y la cultura en general.
La poderosa escultura gravitante del violonchelo, con su manifiesta carga antropomórfica, nos traslada a través de la música que emite a cuenta gotas a ese sufrimiento de la cultura que a duras penas logra subsistir.
Después nos encontramos con una suerte de pieles humanas, demasiado humanas diríamos nosotros, que desde su nuda fragilidad nos recuerdan que pese a todo somos capaces de resistir, pues incluso en las situaciones más comprometidas siempre hay un algo, que nos sujeta y que hace que nos sobrepongamos a la adversidad.
Continuando el viaje que el artista va dibujando, se debe destacar la singular instalación de los tres monitores que desde el suelo y más allá de lo metafórico interactúan satisfactoriamente con ese boquete abierto que deja entrever un cielo dinámico y cambiante que nos invita a no perder la esperanza.
Finalmente, el periplo al que a modo de experiencia estética intransferible nos convida Rekalde termina con una nueva instalación que desde su complejidad nos sumerge en los procelosos senderos de la memoria y de la amnesia. Tanto la una como la otra ya se sabe que son por definición selectivas; y en la vida, las busquemos o nos las impongan, estamos impelidos a manejarnos y mezclarnos con ellas de la mejor manera posible.
El juego de la pantalla en blanco moviéndose ingeniosamente por la acción de un simple ventilador es el colofón perfecto para este baile especular, donde el camino a recorrer está siempre por desbrozar. Nosotros somos quienes debemos adentrarnos en él, para desde la resiliencia saber querer encontrarnos.

Aitor Aurrekoetxea
Profesor de Filosofía de la EHU-UPV y crítico de arte

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