Elaborado mediante frases y sin imágenes, este vídeo observa, investiga, examina y especula sobre la depuración de la representación que de los conflictos armados realizan los medios de comunicación ante un espectador inmóvil, indefenso y entusiasmado. Josu Rekalde advierte «mi conciencia no se altera con las imágenes de guerra» imágenes que, a menudo, ayudan a ocultar la realidad de la misma guerra porque «la guerra no puede tener ninguna imagen».
La guerra, hasta hace muy poco, era una quimera que se hacía real gracias a sus representaciones. El dolor ha necesitado de documentos gráficos para ser veraz. Ahora, la saturación de imágenes bélicas produce rechazo y una espiral de silencio que resta valor al documento, de no ser muy escalofriante. En este vídeo sin imágenes el autor se muestra crítico con la depuración de los conflictos armados para su puesta en pantalla.
Articulado como un poema visual, casi un rezo, Josu Rekalde contrasta su experiencia personal, en los momentos previos al conflicto Yugoslavo, a través de la escritura de sus puntos de vista (“no hay imágenes, no hay sonidos”), señalando al simulacro televisivo, que distancia y ayuda a disfrutar la guerra como un entretenimiento más, como uno de los culpables. Al igual que se sugiere la censura freudiana, los materiales sórdidos del inconsciente tratan de penetrar en la conciencia disfrazándolos para que parezcan inocentes. Desde que la guerra se convirtió en espectáculo televisivo con el conflicto de Vietnam, hecho que sirvió para su repulsa popular, la manipulación de los medios es uno de los objetivos principales para las partes en conflicto.
La premisa de Josu Rekalde se hace real, ya que en las nuevas guerras los contendientes intentan evitar esa saturación de imágenes de masacres, como dice Umberto Eco, «pierde ante la opinión pública el que ha matado demasiado». Ahora se trata de hacer la guerra invisible y de que el aparato de comunicación oficial muestre la versión única de la crisis. Aunque, según pregonan los políticos desde el conflicto Yugoslavo, la guerra actual es de máquinas contra máquinas y su imagen no tiene más interés que la de una pantalla de videojuego, aunque por pequeños errores se maten civiles.
Los hechos están filtrados y a los medios no les queda más que comentarlos, como imagen y no como realidad. Existen acciones bélicas de las que no existen imágenes (ni sonidos), por lo que tales acciones efímeras son etéreas, al igual que no se han visto los cuerpos lanzados y sepultados por las Torres Gemelas. Si nadie ve las atrocidades no hay acontecimiento para los informadores. Una censura argumentada ante un hipotético espectador sensible que, supuestamente, no puede soportar una violencia visual como la que ha mamado en la televisión. Sin embargo, hoy en día, la ocultación de los hechos violentos parece reforzar su veracidad, ya que las manipulaciones secretas, por la perversa educación televisual, parecen más reales que lo real.
En Hamaca on Line:
http://www.hamacaonline.net/obra.php?id=289
En youtube (extracto):
En Art en transit:
http://www.diba.cat/eu/web/oda/artentransit
Colección del Museu d’Art Jaume Morera Fondo Centre d’Art la Panera